Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

27 jun 2018

Adiós, pasado, adiós


MI CASA

Llevaba tiempo  queriendo visitar y fotografiar esa casa de la calle, ahora llamada Alta, y Queipo de Llano en mi infancia y juventud, casa donde,  desde mi infancia, ha estado ubicado  el Banco Español de Crédito. Sí, puede decirse que allí transcurrió mi vida, y es por eso que mis nostálgicos recuerdos me impulsaban a volver, tras largos años, con el ánimo de fotografiar  aquel escenario de tan entrañables vivencias. Y con tal propósito me desplacé allí  el 30 de enero del 2004. ¡Cuánta emoción al traspasar aquellas puertas por las que tantas veces en estos años he pasado y mirado tratando de esquivar recuerdos! En mi mente seguían vivos, rincón por rincón, todos los espacios que fueron marco de mis días de entonces: habitaciones, jardín, galerías, suelos, paredes… Era como si, al fin, el pasado y yo nos hubiéramos citado para un feliz reencuentro. Era como un sueño que palpitaba en mis pulsos y que se hacía  realidad al alcance de mis manos, de mi cámara lista a eternizar  la memoria histórica que, como legado, quería mostrar en todo su esplendor a mis hijos y nietos, y era como si deshojara una margarita de impaciencias e interrogantes: ¿Se conservaría  o no se conservaría el cuarto de los baúles, los dormitorios, los azulejos de suelos y paredes, el palomar, la veleta…?
No hicieron falta muchos pasos para que el telón del tiempo, sin piedad,  se corriera, dejando ante mi vista un  decorado insólito para mis expectativas: No, no se conservaban la estructura de mis sueños. No obstante, como queriéndome dejar abrazar por un halo de entusiasmo, casi un grito sin voz nació en el silencio de aquella casa: ¡Resucitad todos y todo! ¡Estoy aquí...! ¡He vuelto! Dime, fraile de la veleta, ¿qué viento ha borrado mis años  de juegos, canciones, plazas, cuentos...? Dime, mujer manca y desnuda, de la  fuente grande, ¿qué hoz  ha segado  de mis pies aquellos caminos de trigales y amapolas? ¿Qué guadaña  desgarró  mis  vestidos  de pliegues, vuelos y bailoteos? No hay arrullos de palomos ya en mi vida. No hay alborozados pajarillos en mis crepusculares. No hay sueños de futuro en mi bastidor de seda... ¡Si  no hay tal jardín! ¡Si no hay casa! Sólo restos de paredes, ventanas, escombros… ¡Si tan sólo  supervive  el viento!
No -me dije-, no puedo quedarme un instante más. ¡No quiero jardines muertos! ¡No, no quiero prolongar por más tiempo esta casa que ya no existe! No es el apego a los recuerdos la rueda que pueda lograr el avance emocionado de mi vida. 
Y dije adiós con un  firme propósito: poner fin, definitivo, al pasado.
Y, al salir, por última vez de esta mi casa, noto que se pierde el rumor de pasos de mi madre, el sonido de palabras de mi padre, juegos y tardes de hierba, flores y meriendas en el jardín, con mis hermanos.

Una lágrima, tal vez la última, me acompaña de vuelta ya dentro de mi coche. También mi pueblo es otro, y tú, amigo, paisano, y yo… No obstante, hay raíces que nos alimentan y que nadie jamás podrá borrar del almanaque de nuestras vidas

No hay comentarios: