Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

26 nov 2014

Reflexiones en la madrugada



                       Y a lo lejos, en la niebla, un sueño: nuestra  maravillosa Mezquita 

(De mi obra, "Néctar de la Vida")

Durante unos minutos he observado cómo un caracol, en incesante intento, subía una pared.
No obstante sus reiteradas caídas, persistía en el ascenso.
Caigo en la cuenta de que mi vida, tal vez la de todos, sea como la caída del caracol: un  constante esfuerzo por seguir y seguir, siempre...
                ¡Hacia arriba, hacia el cielo...!
                ¡Hacia la búsqueda de una trascendencia!

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LA mañana, el aire fresco, los pájaros, el jardín, los árboles, el tren que pasa, la hoja que cae, el papel que vuela, la fragancia húmeda del albero… Yo que paseo...
¡Gracias, muchas gracias, Dios!
¿De dónde que merezca tantos privilegios

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¡Pobres  seres humanos a la caza siempre de la felicidad!
La esperan mañana, pasado, el otro...
La esperan merecida, regalada, gratis...
Pero la felicidad sólo son momentos, y están...
                              ¡Claro que están!
¡Pequeñitos, raudos...!
Para mí, en este amanecer otoñal, en la barandilla de mi terraza,  respirando el vaho mágico de esta hora, con olor a tierra mojada, con las zigzagueantes destellos, rojos, verdes, anaranjados de los semáforos en el asfalto, espejo de lluvia que no cesa.     ...
Para mí en este, mi momento presente... ¡Mi único momento…!

No busco la felicidad; la encuentro.

24 nov 2014

Día Internacional contra la violencia de género

(De mi obra Bolitas de Anís, editada por Desclée, esta  sencilla pero  trascendente  y elocuente anécdota.)
Los "bebés" no saben del género de los brazos que los sotierren; solo duermen al calor del amor.

Cierto día, y por sugerencia mía, los alumnos/as se dibujaban a sí mismos. Un pequeño se dibujó rodeado por un círculo. ¿Qué significa esto? -le pregunté- ¿Para qué el círculo? Eso no es un círculo. ¿No ves que es una corona? -me contestó.
Otro se dibujó en lo alto de un pódium ¿No ves que soy un campeón? -exclamó.
Una pequeña se dibujó con una muñeca entre los brazos. Es que soy una mamá -me explicó.

Y yo me dije:
Desde hoy reivindicaré siempre y desde todas mis posibilidades, más alumnas reinas y campeonas. Sería un tremendo desequilibrio que el mundo se dividiera en hombres reyes, campeones... y mujeres mamás.






21 nov 2014

Recordando a un niño

En mis muchos años de profesión he perdido alumnos que me han  dejado profunda huella. A ellos quiero dedicar mi recuerdo estos días  en los que deseo prolongar el Día del Niño.

Si pudiera empapelaría el mundo con dibujos de niños/as,
 porque en ellos solo hay alegría, inocencia, amor...
  
Han pasado años, muchos, pero al celebrar de nuevo el Día del Niño a mi memoria acude aquel alumno de diez años de mi Centro que, habiendo conocido pronto el dolor de la vida, miraba desde una inmensa tristeza, matizada, de vez en cuando, de ingenua felicidad. Él era tierno tallo herido, a penas despuntar, que sobrevoló por nuestras vidas, cual estrella fugaz de la que más bien queda el recuerdo de un maravilloso rastro luminoso y la certeza de haber sido testigos de su deslumbrante existencia. Él era Rafael, pálido, transparente, aficionado a la escuela, a sus maestros, a sus libros... Y Rafael se nos fue de pronto. Un día cualquiera, mientras sus compañeros en clase compartían la difícil tarea de la educación y el aprendizaje, mientras su silla, vacía como otras veces, casi no extrañaba a nadie, mientras cada cual en su trabajo, olvidados de la provisionalidad que es la vida, con afanes desmedidos, con nimiedades, con absurdos y sin caer en la cuenta de que vivimos inmersos en el funeral eterno de los tiempos, hacíamos planes de un futuro que nos deparara mayor bienestar. Ni siquiera una corazonada, un telepático presagio; nada. La vida del pequeño Rafael, como blanquísima espuma de mar, se desvaneció con el viento. Y era un bonito día de primavera, y el sol siguió su curso, y las margaritas y las amapolas, en un frondoso salvaje, parecían entonar el más bello himno de la alegría, y en las calles, el tráfico, los ruidos, las prisas... Pero en medio de esta eclosión de vida, un pequeño féretro nos llenaba de tristeza a todos los que vivimos, de una manera u otra, la corta vida de aquel niño. Lo recuerdo, especialmente en este día, y unas lágrimas corren por mis mejillas. Sí, un alumno es como un hijo que cae en nuestras manos y nos hace sentir que servimos para algo. ¡Échame una mano, tú que está en el cielo!, y espérame, espéranos.
Y ahora aquí, en este rincón, frente a mi ordenador, lugar preferente, lo recuerdo y unas lágrimas me apuntan de nuevo,  sin poderlo evitar, por las mejillas, y no sólo es recuerdo de pasado, sino más bien, es presente, algo así como un poderoso árbol que se me crece y cuyas raíces, y ramas, y hojas y flores, si bien
 amainaron en las estrellas, dentro de mi corazón marcaron profunda huella. Tus libros me gustan mucho -me repetía en ternura infinita -, y son muy bonitos, y mi madre me los ha comprado y por las noches los leo, y me gustan... Y también tengo tu foto del periódico, y la guardo porque también me gusta, y  me gusta tu tórtola porque es blanca y porque  ríe.
Y, mientras balbuceaba estas maravillosas palabras, una ligera sonrisa se esbozaba en su rostro, pegado tantas veces, bien a la mesa de secretaría, bien a la mesa del director, en un intento de mitigar aquel dolor de cabeza que -¡maldita sea!- se lo llevó.
Mi fe es lucha en un Dios que no comprendo, pero en el que, desde mi pequeñez, confío y espero. Por eso, creo que Rafael está con Dios, y creo que Rafael está con nosotros.
Mi pequeño y agradecido niño: Jamás olvidaré que unos cuentos míos, unas poesías, una  fotografía mías, mitigaron el dolor que, postrado de mesa en mesa, soportabas. Nunca me lo había planteado hasta aquel día: bien merece la vida, si en ella se puede escribir un cuento, una poesía que haga feliz a un niño/a.





20 nov 2014

Hay que escuchar a los niños


Dibujo de mi chiquitín. Jardín de la "abula" llama a mi terraza. Nunca, nadie me ha "fotografiado" mejor.Los nombres los puse yo tal y como él me los fue diciendo. ¡Qué cosa más tierna y maravillosa son los niños/as!
   
Queridos amigos/as: Quiero dedicar este fin de semana a los niños/as. Se merecen algo más que un día. 
Por eso esta elocuente anécdota de mi obra Bolitas de Anís -Desclée-
Un alumno de seis años me decía: Seño, mi madre, por mucho que le hablo, no me contesta. Será que no te oye -le dije -. Sí me oye -insistió rotundo el pequeño-, porque mi padre le habla muy bajito y ella le contesta. ¡Mi madre no es sorda! 
Un día quise investigar qué podía pasarle a la madre para que el pequeño tuviera aquella idea de no ser oído. La madre, una mujer joven y receptiva, me facilitó el trabajo. Con una forzada sonrisa, exclamó: ¡Lleva razón el niño..! Pero es que tengo seis hijos, señorita, y él es el mayor. Dos son mellizos, y la verdad es que no tengo tiempo de pararme a escucharlos.. ¡Todo el tiempo es poco para arreglar la casa, hacerles la comida y tenerles las ropas a punto! ¡Si me tuviera que parar a escucharlos..! 

Por supuesto entiendo cuán necesario es para una madre atender, en primer lugar, las necesidades llamadas básicas: comidas, ropas, etc. No obstante, desde mi punto de vista es sumamente básica la necesidad de sacar tiempo y oír lo que dicen los niños No debería haber oídos sordos para las palabras de un niño. Ellos sólo tienen, eso, palabras, bien orales, bien escritas. Los mayores tenemos además la obligación y responsabilidad de escucharlos y entenderlos y, entre otras razones, porque la infancia se nos escapa mucho antes de lo que creemos y la madre y maestra calle ¡sí que los escuchara, entenderá y marcará para siempre!
Cuando un niño cuenta, pregunta...  descubrá­monos para oírlo,  por­que seguro que algo nos exige, algo nos reprocha, algo nos aplaude,  mucho nos condena. ( I. Agüera )